Son muchas las leyendas y las historias que se cuentan sobre las brujas... verrugas horribles, escobas voladoras, gatos negros que las rondan... hasta oscuros pactos con el Diablo!!

Se las asocia muy a menudo con maldad y con oscuridad, tal vez porque se las sabe amigas de la luna y de la noche, y lo maligno siempre se ha contrapuesto a la luz, a lo luminoso. Quizá solo fueron mujeres que no adoraron a más dios que la noche o la madre Tierra (quién mejor que ellas conocía las propiedades ocultas de las plantas, regalo de la naturaleza a quien supiera entenderlo?). Y quizás ese paganismo tuvo un precio demasiado alto para muchas...

La Historia de las Brujas

Al estallar, por fin, la revancha popular, sagazmente orientada desde arriba, es cuando se producen los grandes problemas sociales, en medio de las cuales pagan con frecuencia justos por pecadores. El sector humano de las brujas ha sido presentado como ideal en este papel de chivo expiatorio durante los siglos medievales, aunque la época en que lo desempeña con más intensidad es indudablemente el siglo XVII, que puede considerarse como un siglo negro en este aspecto. Amplios y destacados sectores eclesiásticos se “cubrieron de gloria” colaborando con las clases dominadoras o simplemente haciéndoles ingenuamente el juego. El Papa Inocencio VIII había tenido el triste desacierto de encargar a dos inquisidores, los dominicos Sprenger y Kramer, la redacción del “Malleus maleficarum”, un libro demencia que pasó a ser utilizado posteriormente como código para los procesos de brujería que se les sometía a las brujas antes de matarlas. Por lo que de él se desprende, las perspectivas no podían ser peores para el infeliz que tenía la desgracia de verse sometido a uno de estos juicios. Bastaba la denuncia de cualquier persona envidiosa e indocumentada, sin pruebas de ningún género que vea sin razón, alguna historia de brujas donde no la hay. En ciertos casos hasta era válido el testimonio de cualquier mitómano fantasioso, de un chiquillo irresponsable e incluso de algún enemigo del incriminado. El juicio debía llevarse a cabo sin demasiadas complicaciones y de una manera apresurada y terminante. El juez gozaba de plenos poderes y era quien resolvía si las brujaslas brujas el conjunto de particularidades que la mente humana se resiste a admitir como válidas. Ello es comprensible si se tiene en cuenta el tamiz popular por el cual han pasado muchas de ellas. Pero cabe admitir la posibilidad de muchos otros aspectos situados en zonas no accesibles para la naturaleza humana, e incluso de la existencia de unas facultades humanas desconocidas por el mismo hombre y de una brujería totalmente desligada del satanismo. Debían tener o no derecho a defenderse. En caso afirmativo, él era quien escogía el abogado defensor, que más bien parecía acusador. Por supuesto, había amplia libertad para el recurso a la tortura. Cuando por este procedimiento no se conseguía arrancar la confesión del acusado, cabía el recurso de atribuirlo a un auxilio diabólico. Quedaba descartada la apelación a la ordalía o “juicio de Dios”. La retractación y el arrepentimiento del reo, conseguidos a fuerza de insistentes torturas, no le libraban de la muerte, ya que era entregado al brazo secular, si es que no era la misma justicia secular la que le condenaba, puesto que el crimen de brujería era considerado no sólo un delito religioso, sino también un delito civil a lo largo de la historia. En distintos puntos de Cataluña se encuentran rastros documentales de esta clase de procesos que se realizaban a las brujas, en los cuales debía seguirse más o menos la pauta señalada por el “Malleus”, al igual que en muchos otros puntos del resto de Europa. Se han llevado a cabo interesantes trabajos sobre algunos de ellos, pero es de presumir que en el fondo de muchos archivos diocesanos, que todavía quedan por clasificar y ordenar por completo, han de hallarse bastantes sumarios de procesos de este tipo que, sin duda, aportarían interesantes noticias sobre historia de brujas.